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Tapar el sol del ajuste al estilo Aramburu

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En un nuevo intento de distracción y provocación, y tras la contundente plaza del 24, el anunció cayó fuera de contexto. Pasó por alto un detalle: el nombre fue puesto por ley por el Congreso.

Por Karina Micheletto / Página 12

Una provocación más. Un intento de distracción, de tapar con manos nimias el enorme sol de la miseria planificada. Una «política revanchista», una «maniobrita de mortificación». Un intento no novedoso en la historia argentina de tachar un nombre, de borrar la memoria de un país. Son algunas de las calificaciones que recibió el nuevo anuncio de clausura del Gobierno de Javier Milei en materia de cultura, en este caso, la de un nombre. Sin más justificaciones ni precisiones sobre el plan de acción, y en el estilo que suele imprimir a la comunicación oficial, el vocero Manuel Adorni informó que se le cambiará el nombre al Centro Cultural Néstor Kirchner (CCK). ¿Por cuál? No se informó. Es un detalle que, queda claro, no viene al caso. Ni se profundizó desde el área a cargo, la Secretaría de Cultura, que tampoco respondió a las consultas de Página/12. Un detalle a salvar si es que la gestión Milei pretende ir más allá del anuncio: el nombre de Néstor Kirchner para este centro cultural emplazado en el fabuloso ex edificio del Correo Central, en avenida Alem entre Corrientes y Sarmiento, fue fijado por el Congreso en 2012. Para cambiarlo se necesitaría otra ley. O algún nuevo decreto ante la necesidad y la urgencia.  

«Esto se inserta en la secuencia de chicanitas y maldades convertidas en política de Estado. Porque llamarle batalla cultural, es exagerar estas maniobritas de mortificación. Para eso les falta calado de elaboración conceptual. Aprendieron a lastimar en Twitter y han convertido eso en política de Estado», define Martín Kohan en diálogo con Página/12. El escritor y docente universitario equipara el anuncio con «el increíblemente rudimentario video que propalaron el 24 de marzo», o el cambio en el Salón de las Mujeres de la Rosada, justo el 8 de marzo, también con video a tono. 

«Todo es como si hubieran estatizado Twiter, no la empresa, claro, pero sí la lógica y la práctica. Han trasladado al Estado ese jueguito especular muy básico de las redes, buscando lastimar, molestar, irritar», analiza. «Por otro lado me parece difícil no remitirnos a otros intentos de borramiento de las huellas simbólicas del peronismo: esto ya ocurrió en la historia, y a la larga no ha hecho otra cosa que fortalecer la memoria histórica del peronismo. Si dentro de unos años todos le llamamos «Centro Cultural-eso-que-sea-que-le-pongan», efectivamente se habrán salido con la suya, pero yo creo que no apuntan tan lejos, buscan lo inmediato. Y en lo inmediato, yo hasta ahora le decía CCK. Ahora sí me acuerdo de que llama Kirchner», advirtió también. 

«Reeditan la idea del Aramburu con el decreto ley 4161 del 56, que prohibía nombrar a Perón, a Evita, ejecutar la marcha», repasa en coincidencia el exministro de Cultura, Tristán Bauer. El anuncio cae tan fuera de registro en el contexto, que para muchos revela que el Gobierno está «raspando el fondo de olla», en otro intento desesperado por buscar qué puede servir para hablar de otra cosa, después de la contundente marcha del 24 y cuando un simple repaso a los últimos títulos de este diario arroja: El Presidente promete 70 mil despidos – 300 por ciento de aumento de gas – Sube la nafta – Empresas líderes que suspenden, despiden o paran plantas – Derrumbe de la economía – El Gobierno cerró oficinas de Anses. Etcétera.

Bauer también hace foco en el hecho sintomático de que el anuncio de cambio de nombre no vino acompañado de ninguna propuesta de reemplazo. «Es simplemente arrasar, borrar la memoria. Es la lógica de destrucción: cerrar los medios públicos, eliminar el Incaa, ahogar la cultura. Los gobiernos de Néstor y Cristina apostaron a la construcción con este emblema de América latina que es el CCK, con el Museo del Bicentenario que alberga el mural de Siqueiros, con el Museo Malvinas, Tecnópolis, Canal Encuentro, Pakapaka… Esa fue la apuesta, con todo lo que cuesta construir y desarrollar esos modelos culturales. Esto va en la lógica opuesta: cerrar el Incca, el Fondo Nacional de las Artes, desfinanciar la cultura… Tan brutal es que no se propone nada, ni siquiera un nombre«, observa. 

Centro Cultural Jamoncito

Desde la cuenta irónica en la red social X Victoria Villarruel – @capiVillarruel, se lanzó: «¿Qué nombre les gustaría ustedes para el ex Centro Cultural Kirchner? Si es otro, agregalo:  1- San Martín 2- Carlos Gardel 3- Carlitos Bala 4- José Luis Borges 5- René Favaloro». Algunos contestaron en serio por uno u otro: Favaloro es uno con el que la derecha viene machacando desde el macrismo. Otros agregaron propuestas como «Marcelo Gallardo» o «Roberto Sánchez». Pero la más vigente fue sin dudas «Jamoncito«.

Otra que le dio al anuncio la seriedad que muestra fue Juliana Di Tullio: «Quiero felicitar al gobierno por esta medida inteligente y urgente, económicamente hablando, de cambiarle el nombre a un centro cultural. Sin duda alguna, ahora nuestro país va a salir adelante encaminándose a la salida de la recesión para ir al crecimiento económico», expresó la senadora.

Puestos a opinar, muchos votantes de Milei votaron también por un «Centro Cultural Borges», ignorando que ya existe otro que se llama así, también bajo la órbita de Cultura de Nación, y está a pocas cuadras del CCK. «Excelente decisión cambiar el nombre del CCK y en lo personal me encantaría que se llamara CC Borges, pero mucho más me gustaría que se implementara un mecanismo transparente y participativo para elegir el nombre de un edificio público tan importante», se plegó Silvia Lospennato. Lospennato es diputada por el PRO.  

Otro que alzó presto la mano desde la oposición constructiva fue Hernán Lombardi, que le explicó al Gobierno: «Celebro lo anunciado por el vocero presidencial respecto al nombre del CCK. Fijar por ley el nombre del CCK fue un intento kirchnerista de perpetuar para los tiempos una visión facciosa y parcial de la Argentina. Numerosos proyectos de cambio de nombre no obtuvieron las mayorías parlamentarias necesarias. Ahora es el momento».

Esa costumbre de legislar

Las obras del CCK comenzaron en el marco de los festejos del Bicentenario, y tuvieron una inauguración simbólica el 24 de mayo de ese año, como «Centro Cultural del Bicentenario», durante la presidencia de Néstor Kirchner. Pero en 2012, en la previa a la inauguración de un segundo tramo (toda la obra se completaría en 2015) el bloque de Senadores del Frente de Todos presentó un proyecto de ley para que pasase a llamarse «Centro Cultural Dr. Néstor Carlos Kirchner», en honor del presidente fallecido el año anterior. El proyecto avanzó y el 21 de noviembre de 2012 el Congreso Nacional promulgó la ley Nº 26.794, que fijo el nombre definitivo

«Su convicción sobre la necesidad de un Estado ejecutando políticas claras de inclusión social y de desarrollo regional y a la vez preservando de los valores esenciales de la persona humana y de su cultura, fueron metas fundamentales de la gestión del expresidente, tanto cuando fue gobernador de Santa Cruz, como en la Presidencia del país», recordaba el texto del proyecto de ley. 

«Fue bajo la presidencia del Dr. Néstor Kirchner que, luego de recuperar el Correo Argentino de la gestión privada y reposicionar la administración y explotación del Servicio Postal en una sociedad de titularidad accionaria del Estado Argentino, tomó la gran decisión de transformar el emblemático edificio, ejecutando la obra de conservación, restauración, remodelación, puesta en valor y reciclaje del Palacio de Correos y Telecomunicaciones y convertirlo así en el Centro Cultural del Bicentenario, ícono del Bicentenario de la Revolución de Mayo», advertía también.

Y proponía el cambio de nombre «para rendir homenaje a un Presidente que por su trayectoria pública y por su lucha por recuperar la identidad del pueblo argentino y el patrimonio histórico y por su profundo compromiso y conocimiento de las dinámicas sociales, en el ejercicio del gobierno priorizó la existencia de un Estado presencial y promotor de las acciones para atender las necesidades y problemáticas de cada ciudadano en cara región el país». 

Las vueltas de la historia: encabezaban los firmantes del proyecto que obtuvo la primera media sanción en la cámara alta, con 56 votos a favor y 2 por la negativa, el senador Miguel Angel Pichetto.    

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