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No la V(en)

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El consumo, la industria, la construcción, la inversión productiva y los ingresos se desploman hasta dos dígitos, con una inflación aún muy alta para semejante recesión. 

Por Leandro Renou / PÁGINA 12

No hay matices entre economistas y especialistas liberales y progresistas o peronistas. Todos ven lo que el Gobierno de Javier Milei no ve: que el rebote de la economía en forma de «V» no es siquiera probable por la ecuación simple del derrumbe intencional de los ingresos, la recesión auto generada para intentar bajar la inflación y el desplome de la inversión privada, la industria, la construcción y el consumo, que explican casi todo el PBI nacional. De hecho, cuentan, que sin el campo, la minería y el petróleo, que tendrán buenos números luego de un 2023 de sequía, la catástrofe en cuanto a niveles de actividad sería mucho mayor que el 4,5 por ciento de caída que el INDEC reportó para el mes de enero. 

El dato más elocuente, que citó días atrás el economista liberal Diego Giacomini, que supo trabajar con Milei, tiene que ver con la caída de la inversión. A decir verdad, la cifra está vinculada a un trabajo de la consultora Orlando Ferreres y Asociados, que reportó números duros: la inversión bruta interna cayó 16,7 por ciento en diciembre, 14,5 en enero y 12,2 en febrero. Es decir, la recesión no sólo no atrae inversión extranjera, sino que hace que se frene cualquier decisión de desembolso de los empresarios locales. Giacomini, en la antípodas de economistas heterodoxos, aseguró además, en su cuenta de X, que el uso de capacidad instalada industrial, que está al 54 por ciento, «va en tendencia a la baja» lo que abre dos escenarios: un derrumbe fabril que seguirá y, en paralelo, una inversión productiva que continuará cayendo. 

La lectura se conecta con lo que incluyó el ex ministro, Matías Kulfas, en el último informe de su consultora, Audemus. Allí plantea que «si bien el gobierno asegura que se vendrá una recuperación en “V”, no aparece ningún factor que fundamente cómo se podría dar un rebote de este tipo en el corto plazo». En ese contexto, precisa que «luego de culminar con una contracción del 1,6% en 2023, la actividad económica inició el año a la baja (-4,3% interanual y -1,2% vs. diciembre) debido al deterioro de la actividad en la industria manufacturera, el comercio y la construcción. El agro y la explotación de hidrocarburos y de la minería, aportaron positivamente al índice general. Estos son algunos de los pocos rubros que van a aportar dinamismo y crecimiento durante los próximos meses». De todos modos, Kulfas entiende que los rubros que vayan al alza sólo atenuarán la caída. 

Chimeneas y ladrillos

El peso del derrumbe se ve en industria y construcción, que cayeron fuerte en enero, y que seguirán, según estiman, con caídas del 10 por ciento y el 15 por ciento, respectivamente. En la Cámara Argentina de la Construcción (CAMARCO) y la Unión Industrial (UIA) esperan uno de los peores marzos de la historia. El último informe de la Asociación de Industriales Metalúrgicos (ADIMRA), un sector que es madre de industria y construcción, grafica el colapso. La actividad metalúrgica se retrajo un 13,8% promedio en los dos primeros meses de 2024 frente al mismo período del año pasado. La estadística corresponde a un -14% de enero y -13,5% de febrero. En términos intermensuales, la actividad cayó -2,5% con respecto a enero y acumula, de esta manera, una caída de -4,4% durante el año en curso. 

La caída del sector en estos meses fue sólo superada, en los últimos ocho años, por seis meses de los cuales cuatro fueron en pandemia, a mitad del 2020. Cuando se mira por rubros, la metalurgia da pena: los tres rubros que más han caído durante estos meses han sido Maquinaria Agrícola (-19,5%), Bienes de Capital (-11,3%) y Equipamiento Médico (-22,9%). A su vez, Equipos Eléctricos (-10,4%), Autopartes (-10,7%), Fundición (-11,0%), y Otros productos de Metal (-16,9%) también han variado negativamente su producción durante enero y febrero.

Los ingresos y el ex consumo masivo

El informe de Audemus suma otro dato relevante para sostener que no habrá recuperación en V, que es el impacto de los salarios, que además pega de lleno en el consumo masivo, que explica siete de diez puntos del PBI. El texto de Kulfas refiere que «en los primeros dos meses de gestión del nuevo gobierno, el salario promedio de los trabajadores estables (RIPTE) se contrajo un 18%. Solo en diciembre, la remuneración promedio del sector privado formal que mide el Ministerio de Trabajo (SIPA-OEDE) presentó una baja del 11,4%. Las jubilaciones, en tanto, acumularon entre un 25% y un 30% de pérdida de poder adquisitivo entre diciembre y febrero. Este deterioro acelerado del poder adquisitivo explica en gran medida el desplome actual de la actividad económica y del consumo privado». 

En pocos días se conocerán las mediciones de consumo masivo de la consultora Scentia, que seguirán mostrando un derrumbe en el gasto básico de las familias. Hasta ahora, enero y febrero dieron caídas de 3,8 y 4,1, cortando así una racha de siete meses seguidos de alza, aún con la inflación del 250 por ciento del gobierno de Alberto Fernández. Otro dato fuerte acá es que en los grandes supermercados, sin acuerdos de precios, las caídas de ventas se están aproximando a los dos dígitos. El sector atraviesa una preocupación seria y es clave para una posible remontada. 

Un último dato a mirar es importante, el impacto de la caída en la recaudación. La consultora Vectorial, del ex viceministro de Economía Haroldo Montagu, precisa en su último informe que, según la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), en marzo se recaudaron 7,7 billones de pesos, lo que representa una caída real del 16,4%, si se considera una inflación para marzo igual a la de febrero. Y el mes pasado la contracción interanual había sido del 9,3% en términos reales. «El deterioro relativo de la recaudación queda en evidencia cuando observamos que el crecimiento en febrero respecto al mismo mes del año anterior fue de 240,9% y en este mes apenas llega al 230,6%, cuando la inflación interanual mantiene una dinámica ascendente y pasó del 275% al 294% en el último mes». Montagu concluye que «se trata de la masa recaudada más baja en términos reales de los últimos 4 años» y que «estos valores encienden una luz de alarma adicional respecto a la posibilidad de repetir un superávit primario y financiero en marzo, resultados que estarán disponibles en las próximas semanas». 

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