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El oficialismo se mostró unido en la inauguración del Gasoducto Néstor Kirchner

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Massa, Alberto y Cristina encabezarán el acto en Salliqueló en el que ratificarán la unidad del oficialismo de cara a las PASO e inaugurarán la obra más importante del gobierno.

Por Marcos Cittadini – C5N

Cristina Kirchner, Alberto Fernández y Sergio Massa volverán a mostrarse juntos.

En consonancia con un nuevo aniversario de la Independencia, todo el oficialismo se reunirá en Salliqueló con motivo de la inauguración del gasoducto Néstor Kirchner. El hecho tiene enorme significación política pero también una importancia estratégica para la economía y el desarrollo de nuestro país que no hay forma de exagerar.

Por eso, la foto de unidad implica una gran cantidad de cosas. Por un lado y de modo más obvio, es la muestra más contundente de que los acuerdos alcanzados detrás del cierre de listas de Unión por la Patria tienen un vigor que no le conocimos al Frente de Todos en mucho tiempo. Si el cierre fue frenético, si no escasearon las idas y vueltas, incluso con heridos en distritos tan importantes como la provincia de Buenos Aires, la armonía y el encolumnamiento detrás de la precandidatura de Sergio Massa y Agustín Rossi parecen ser bastante sólidos. No son pocos los que indican que hasta la competencia con Juan Grabois es algo bueno para contener a un sector del kirchnerismo que siente que la postulación del ministro de Economía puede ser un nuevo sapo a digerir.

En relación con esto, dos gestos de Massa de los últimos días parecen estar dirigidos a ellos. Por un lado, su afirmación en un acto de la Cámara Argentina de la Construcción en la Rural de qué hay que alcanzar un acuerdo sustentable con el FMI para pagar y que se vuelva a ir de la Argentina. El comentario, que remeda lo hecho por Néstor Kirchner hace casi dos décadas, podría ser tomado como un acto de demagogia hacia los que no lo quieren dentro de la coalición pero el marco en el que fue dicho cambia las cosas de modo sustancial.

No lo dijo en un acto de La Cámpora o en un merendero del conurbano sino ante un auditorio que, como cualquier otro del establishment, prefiere discursos sobre ajuste y austeridad fiscal (algo a lo que Massa tampoco es ajeno). La afirmación o el plan entonces pasan a ser un intento de mostrar firmeza frente a actores reacios a esas actitudes por parte del estado.

Captura de TV

En esa misma charla, Massa reveló que el FMI desalentó la continuación del gasoducto en el primer semestre de este año. Si esto es de ese modo, el ministro -en realidad, el Estado argentino- dio otra muestra de decisión política y de eficacia al continuar la obra que inaugurará junto a Alberto Fernández y Cristina Kirchner el domingo.

En efecto, esta primera etapa del gasoducto Tratayén-Salliqueló implicó un despliegue inédito de tecnología, logística y recursos humanos en el país. Pero, aún más: la velocidad y precisión de los diez meses de construcción y puesta en funcionamiento también han marcado un hito a nivel internacional.

El segundo gesto fuertemente político de Massa en los últimos días fue la resolución del lock-out encubierto de las cámaras que derivó en que la gente no tuviera colectivos para realizar sus actividades cotidianas. Massa se puso el conflicto al hombro, negoció, mandó a negociar a otros y también fustigó con nombre y apellido a empresarios del transporte que viven de los subisidios estatales y, muchas veces, los derivan a inversiones que sólo los benefician a ellos.

Allí también se vio a un Massa vigoroso frente a un sector concentrado y, luego, conciliador para resolver el problema. Para el ministro de Economía fue “un paro extraño porque lo forzaron los empresarios» y los acusó de «retener la plata de los sueldos para forzar a los trabajadores a salir a la calle».

Télam

El Gobierno asegura haber transferido 6000 millones de pesos a las empresas para hacer frente a los incrementos, pero la plata nunca llegó a los trabajadores.

«En realidad los empresarios no están discutiendo el salario que estaba acordado en paritarias ni tampoco están discutiendo tarifas porque no les importa la tarifa», denunció Massa. Y agregó: “Hay dos grupos empresarios que pretenden tomar de rehenes a los trabajadores para discutir el sistema de compra de carrocería y pretenden que el Estado les garantice la rentabilidad».

Aquí conviene hacer un breve comentario. A nadie se le puede escapar que Massa se mueve por momentos como si fuera el presidente en funciones. Con Alberto Fernández desdibujado por las propias resistencias internas y sin camino electoral, con Cristina Kirchner conservando el grueso de las adhesiones y los lineamientos estratégicos pero en un lugar periférico en la toma de decisiones de la administración cotidiana, el Massa candidato convive con el Massa gestor y gana el centro de la escena.

Esto tiene un doble filo. Por un lado, eso refuerza la idea de hombre de acción que no rehúye a las “papas calientes” y resuelve problemas acuciantes que tienen una pata económica pero son más generales. El peligro es que heredar los problemas de la administración Fernández antes de la elección lo puede consagrar o debilitar frente al electorado de agosto, octubre y noviembre. «La gloria o Devoto», decían en otras épocas.

Volviendo al gasoducto y su inauguración, sería injusto para el hecho catalogarlo solo de electoral. Es la obra más importante del gobierno que termina el 10 de diciembre y tiene una proyección estratégica para la economía argentina que debe ser celebrada por todos.

Las perspectivas en ahorro, desarrollo y potencial comercial son inmensas. Baste recordar los 5 mil millones de dólares de más que nuestro país tuvo que gastar en energía el invierno pasado por el aumento de los commodities producido por la guerra ruso- ucraniana para entender la trascendencia de la obra.

¿Todas las tensiones del oficialismo están saldadas? No, ni cerca están de serlo. Pero está claro que en una actualidad política tan fragmentada y dinámica como la actual, los escenarios cambian abruptamente. Hoy, es la oposición cambiemita la que muestra fisuras que por momentos parecen insalvables, las ansias de Milei parecen naufragar entre denuncias de presunta corrupción y la propia impericia, y es el oficialismo el que puede mostrarse unido detrás de una idea, de una gestión y de un par de candidaturas. Después, a las elecciones hay que ganarlas y eso no parece tan fácil. Pero ese es otro cantar.

FUENTE: C5N

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